La olivicultura en el valle árido de Chilecito: El desafío de producir más con menos agua
Argentina es el principal país productor y exportador de aceite de oliva y aceitunas de mesa del continente americano, y figura entre el quinto y sexto lugar del ranking mundial de países exportadores. La mayor contribución de los productos olivícolas exportados proviene de los olivares implantados en las provincias de San Juan, La Rioja y Catamarca. Estos olivares se cultivan bajo riego por goteo, en altas densidades de plantación, las cuales dependiendo del diseño del olivar, pueden contener entre 4 y 20 veces más olivos por unidad de superficie, en comparación con los olivares tradicionales (100 árboles ha-1). La tendencia actual, a nivel mundial como nacional, es implantar olivares cada vez más densos (2.000 olivos ha-1) debido a su rápida entrada en producción y su alta factibilidad para mecanizar la poda y la cosecha.
Hace más de 20 años ocurrió una fuerte expansión de la olivicultura moderna en ambientes áridos y semiáridos de la Argentina, donde el aporte de las lluvias resulta insuficiente para cubrir las necesidades hídricas del cultivo. Es por ello, que el cultivo del olivo en las fincas modernas se realiza bajo riego por goteo, con agua extraída desde acuíferos subterráneos. 
Hace unos años atrás, investigadores del CRILAR-CONICET (Anillaco, La Rioja), tratando de entender el impacto de los olivares en la hidrología de la región del noroeste argentino, estimaron que los olivares modernos en plena producción consumen 7 veces más agua que la población humana de las provincias de La Rioja y Catamarca y, señalaron también, que el sector olivícola estaría utilizado más del 80% del agua de dominio provincial. Esta situación es común en la agricultura mundial, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más del 70% del agua dulce extraída se destina al riego agrícola.
El sostenimiento y expansión de la actividad agroindustrial y de los centros urbanos en los oasis productivos, como Chilecito, están fuertemente condicionados por la oferta hídrica superficial y subterránea. En este sentido, investigadores de la Estación Experimental Agropecuaria INTA-Chilecito, indicaron una posible sobreexplotación del acuífero en el Valle Antinaco-Los Colorados, debido a que la agricultura estaría extrayendo agua a una tasa mayor que la recarga anual. Estos indicios advierten que es necesario disminuir la cantidad de agua destinada a la agricultura, sin que ello, reduzca la cantidad y calidad de sus productos, especialmente cuando las proyecciones del cambio climático prevén una escasez de recursos hídricos en los oasis productivos del centro-oeste argentino para el año 2050. 
En zonas áridas como la nuestra, la tensión entre el consumo de agua por la agricultura y por los centros urbanos tiende a aumentar a medida que se expande la frontera agrícola. Por esta razón, durante tres años he evaluado junto con el Dr. Ing. Agr. Martín Agüero Alcaras (EEA INTA-Chilecito), la aplicación de una estrategia de riego que permite ahorrar agua destinada al riego del olivar en fincas con muy alta densidad. Los resultados preliminares indican que es posible ahorrar hasta un 20% del agua de riego anual, sin reducir la cantidad y calidad del aceite obtenido. Esto significa que el rendimiento de los olivares no disminuye, cuando la restricción de agua ocurre en momentos del ciclo del cultivo, que son menos sensibles al déficit hídrico. Esta estrategia de riego es muy utilizada en otros ambientes áridos del mundo, donde la escasez hídrica es un hecho concreto. Este año, los países miembros del Consejo Oleícola Internacional celebran el Día Mundial del Olivo con un mensaje común: “Con el olivo, defendamos nuestro planeta y preservemos nuestra salud”.

Dra. Silvana U. Cherbiy Hoffmann

Instituto de Ambiente de Montaña y Regiones Áridas (IAMRA)

Universidad Nacional de Chilecito (UNdeC)