En conmemoración al 24 de noviembre Día Mundial del Olivo, se extiende desde el IAMRA la invitación a participar de la Agenda del Instituto al MSc. Facundo Vita Serman Investigador y Coordinador del Proyecto Tecnológico con Enfoque Territorial PRET NOVT del INTA y Docente-Investigador de la UNdeC.
La producción de aceitunas tiene una larga historia en Argentina. La evidencia sugiere que los primeros esquejes (material vegetal para reproducir las plantas) fueron traídos de Sevilla, España, a América del Sur en la década de 1520. Es probable que los esquejes hayan llegado a la Argentina desde Perú o Chile a través de uno o más pasos en la Cordillera de los Andes. Incluso hoy en día, la mayor parte de la producción argentina se encuentra en los valles montañosos áridos y semiáridos junto a la cordillera de los Andes, que se extiende desde Catamarca en el norte hasta Mendoza en el sur. La historia cuenta que en 1670 el rey Carlos III de España ordenó se talaran todos los olivos y las vides de Argentina debido a la preocupación por la posible competencia a su propia producción de aceites y vinos. Se cree que un sobreviviente a aquel suceso histórico es el árbol que se puede ver hoy en Aimogasta y que fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1980.
Los pequeños productores de los años 1700 y 1800 tuvieron que conquistar el desierto para obtener agua suficiente para el riego porque la lluvia es, en muchas zonas, menor a los 250 mm. La producción de aceitunas a menudo se limitaba a los oasis que cambiaban a medida que los ríos cambiaban de curso de un año a otro, o se secaban en años de poca lluvia. Algunas breves referencias históricas permiten comprender las etapas de expansión del cultivo del olivo en nuestro país. A principios de 1800, Argentina obtuvo la independencia de España, pero en razón de las continuas guerras civiles la comunicación fue limitada con Buenos Aires. No fue sino hasta la década de 1870, cuando el ferrocarril llegó a esta región (Mendoza, San Juan, La Rioja y Catamarca), que un verdadero mercado nacional para el aceite de oliva y las aceitunas de mesa se hizo factible.
A medida que la población del país aumentó, la demanda de aceite de oliva y aceitunas de mesa creció considerablemente. Debido a esta demanda y las posibilidades limitadas para importar aceites durante la Gran Depresión, el gobierno federal estableció, en 1954 una «Región Económica del Olivo» que incluía todas las provincias con las condiciones agroclimáticas apropiadas para el cultivo del olivar (Ley Nacional N°11.643). Aunque otros aceites vegetales continuaron dominando la producción nacional, los programas del gobierno estimularon fuertemente la producción de aceituna durante la década de 1960. Estos programas proporcionaron acceso al crédito para pequeños productores, crearon viveros experimentales para evaluar variedades y proporcionaron asistencia técnica. En esa época el Ministerio de Agricultura y Ganadería creó la Corporación Nacional de Olivicultura, que estuvo activa hasta 1970. Durante estas décadas, muchas ciudades pequeñas se transformaron en importantes centros agroindustriales, tal es el caso de las ciudades de Chilecito y Aimogasta en La Rioja. Durante los años 70 y 80, la producción se retrasó considerablemente debido a la competencia con otros aceites vegetales como el girasol y el aceite de maíz. No fue sino hasta la década de 1990 que las leyes de diferimiento de impuestos para las provincias de Catamarca, La Rioja y San Juan proporcionaron un nuevo impulso a la actividad económica y el nacimiento del olivar moderno en Argentina.
Actualmente, hay alrededor de 100.000 hectáreas bajo cultivo localizadas en las provincias que bordean la cordillera de los Andes en el centro-oeste y noroeste de Argentina: Catamarca (20.000 ha), La Rioja (25.000 ha), San Juan (21.000 ha) y Mendoza (19.000 ha). Estas cuatro provincias representan más del 85% de la superficie total cultivada, donde conviven explotaciones tradicionales de baja escala con olivares modernos realizados a gran escala.
En la provincia de La Rioja la olivicultura representa más del 60% del total de superficie agrícola y es la principal fuente de ingresos agroindustriales. El Valle de Antinaco-Los Colorados es la región que más ha crecido, durante los últimos años, en el cultivo del olivo y la industrialización de la aceituna.
La UNdeC realiza investigaciones y transferencia de conocimientos relacionados con el cultivo del olivo y la producción de aceitunas. En la actualidad, en cooperación con el INTA, docentes-investigadores de la UNdeC participan de un proyecto de investigación que permitirá definir áreas cuya aptitud agroclimática permita ampliar las zonas cultivables con olivo.
MSc. Facundo Vita Serman
Investigador EEA INTA San Juan
Docente Investigador de la Escuela de Agronomía, UNdeC
Olivo de 400 años en Aimogasta, La Rioja. Declarado Monumento Histórico Nacional en 1980.
Fuente: El-Kholy M., Avanzato D, Caballero, J; Chartzoulakis K, Perri E, Vita Serman F. 2012. Following Olive Footprints – Cultivation and Culture, Folk and History, Traditions and Uses. International Society for Horticultural Science. Scripta Books N° 13.
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